HIROSHIMA AGOSTO 6 DE 1945 |
Mientras en Potsdam, un sitio cerca de Berlín en Alemania, Joseph Stalin, Harry Truman y Clement Attlee discutían la repartición del planeta, o más bien de su despojos, luego de la rendición incondicional de Alemania, en el desierto de Nuevo México, Estados Unidos terminaba con retraso el último argumento para la derrota de Alemania y Japón. La conferencia se desarrollaba con fluidez. Se trataba de la segunda parte de la conferencia que inicio en febrero en Yalta. Por eso generalmente se habla de Yalta y Potsdam. Pero los actores de esta conferencia habían variado en un 66% con respecto a la de febrero en Yalta. De los tres grandes; Churchill, Roosevelt y Stalin, solo quedaba el dictador ruso. Franklin D. Roosevelt había muerto en su escritorio en Warm Springs, Georgia. Murió de cáncer cerebral a pesar de penar muchos años después de sobrevivir al polio. Winston Churchill inició la conferencia, pero luego fue remplazado por Clement Attlee, quien lo había derrotado en las elecciones inglesas.
En medio de la conferencia Harry Truman habló con Attlee y Stalin por separado. A ambos les informó que su país había desarrollado un arma letal de destrucción masiva. Pocos momentos antes había recibido un telegrama informándole que en Alamogordo, Nuevo México, se había ejecutado con éxito la prueba de una explosión nuclear equivalente a 20,000 toneladas de TNT.
Hiroshima después de la bomba |
Truman le envió entonces un telegrama el 26 de julio a Japón en el que le solicitaba su rendición incondicional, la renuncia a todos los territorios fuera de Japón y amenazaba con procesar a los líderes militares nipones. Esta se conoció más tarde como la Declaración de Potsdam. Nunca mencionó la bomba atómica. Japón rechazo el ultimátum a pesar de que ya había perdido todas sus posesiones en el pacifico y esperaba la invasión terrestre. Según los acuerdos de Yalta la Unión Soviética le declara la guerra a Japón y le ataca en Manchuria, noreste de China controlada por los nipones.
El 6 de agosto de 1945 se iniciaba una madrugada soleada en todo Japón. En Hiroshima parecía que iba a transcurrir una mañana normal dentro de la situación crítica de la guerra. Era ésta una de las pocas ciudades grandes que no había sido devastada por los B-29 que desde 1944 dejaban caer miles de bombas sobre las concentraciones de población de las islas japonesas. Sus habitantes no sospechaban que durante la noche habían despegado tres bombarderos B-29. Uno de ellos, el Enola Gay era piloteado por el coronel Paul Tibbets. EL Coronel le había puesto al aeroplano el nombre de su madre. Llevaba este bombardero una bomba de uranio bautizada con el sugestivo nombre de Little boy. Lo acompañaban dos bombarderos iguales, uno con científicos y otro con un equipo de filmación.
CHURCHIL, ROOSEVELT Y STALIN |
A las 8:15 a.m. llegó volando el infiero. Primero fue un flash con una luz blanca como el magnesio, que cegó a quienes lo observaron directamente. Los que estaban cerca quedaron vaporizados. Algunos cuerpos quedaron convertidos en una sombra en el pavimento. Otros quedaron calcinados, se convirtieron en polvo al tacto. Luego un viento huracanado destruyó todo a su paso con temperaturas de 600 grados centígrados. Finalmente la lluvia ácida, una lluvia negra cargada de radioactividad bañó a quienes quedaron con vida. Estos tendrían una muerte más lenta y dolorosa. Murieron en Hiroshima 180,000 personas, 100,000 al momento de la explosión nuclear y el resto en las semanas posteriores. Ha sido el ataque más devastador en la historia de la humanidad. El segundo se realizó tres días después sobre Nagasaki. Allí murieron 80,000 personas, 50,000 en el momento de la explosión de otra bomba atómica, esta vez de plutonio.
A 65 años de esta extrema demostración de barbarie no existe argumento que justifique tal crimen de lesa humanidad, donde murieron hombres, mujeres y sobre todo niños inocentes de la estupidez de las guerras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario