Por Felipe
Argote
Siempre
reitero que me confieso un economista keynesiano, aunque soy menos keynesiano
que la mayor parte de los economistas neoliberales que conozco.
Argentina
es uno de los países más productivos del mundo. Tercer productor mundial de
soja, tercer productor mundial de ajo, tercer productor mundial de limones, cuarto
productor mundial de pera, cuarto productor mundial de maíz, cuarto productor
mundial de carne, quinto productor mundial de manzanas, séptimo productor
mundial de trigo, séptimo productor mundial de aceites, octavo productor
mundial de maní.
Argentina
produce alimentos para 440 millones de personas al año. Su población es de poco
más de 44 millones de argentinos. Hay 2 millones, el 4.5% de la población, con déficit
alimentario. Esto para los que hablan de soberanía alimentaria.
Actualmente
Argentina tiene la tasa de interés en 60% y la inflación está por encima del 40%.
Se ha producido un recorte en planilla de ministerios al 50%, se ha regresado a
establecer impuestos a la exportación que fue el caballito de batalla de Macri en campaña
electoral contra Kirshner. Se prometió eliminar los impuestos de exportación para
elevar la exportación agrícola y de paso recibir más dólares del exterior. En
diciembre del año pasado el peso argentino estaba en 17.5 pesos por dólar, hoy está
por encima de 40 pesos por dólares.
En
diciembre del año 2001, iniciando el milenio, el gobierno argentino evitó que
sus ciudadanos sacaran sus propios ahorros en dólares de los bancos para sus
compras navideñas. Fue la era del llamado “corralito”. Su ideólogo, el
economista neoliberal Domingo Cavallo doctorado en Harvard. El resultado fue un
levantamiento anárquico de los autoconvocados que se salda con la caída del
gobierno de Fernando de la Rúa del partido conservador Unión Cívica Radical el
20 de diciembre de 2011, tras la muerte de 36 personas en los enfrentamientos
entre la población y la policía. Tomó juramento como presidente Adolfo
Rodriguez Saa quien renuncio el día antes de año nuevo. Finalmente toma posesión
el primer día del año 2002 Eduardo Duhalde del partido peronista, quien había perdido
las elecciones contra De la Rúa. Fue presidente hasta 2003 en que entregó el mandato
a Nestor Kishner.
Inició
entonces el reinado de los Kirshner, que termina justo cuando toma posesión el
actual presidente Mauricio Macri en diciembre de 2015, cuando Cristina Fernández
de Kirshner deja la Casa Rosada después de catorce años de gobierno peronista y
doce de la familia Kirshner. Cristina lo abandona bajo escándalos de corrupción
y una caída del PIB en 2014 del 2.5% y una recuperación débil en 2015 de 2.7%. Abandona
el poder dejando tras de sí subsidios por 250,000 pesos al año, un 3% del PIB. El
primer año de Macri la economía cae un 1.8% y el segundo año 2017 se recupera
levemente en 2.9%. Hoy los argentinos temen volver a la situación de 2001.
A mi juicio el error del gobierno argentino es que aplicó recetas neoliberales
de hace 20 años en un mundo en donde el modelo fue derrocado por sus propios adláteres.
En efecto, ante la crisis financiera de 2008 los gobiernos neoliberales de las economías
desarrolladas utilizaron toda su capacidad de emisión de deuda para apuntalar
bancos y empresas en quiebra, con los que rompen con el principio neoliberal de
que el estado no interviene en la economía. Desde ese momento las opciones de política
económica dejan de ser las mismas que aprendieron de los economistas de la
escuela de Chicago.
En Argentina el retroceso hacia un modelo abierto no tomó en cuenta, no
solo el hecho que el modelo neoliberal a nivel internacional está en el pavimento,
sino que el gobierno de Trump está dando señales inequívocas de que pretende regresar
al proteccionismo.
Si el gobierno de Macri me hubiera pedido una lista de todas las medidas
que no había que tomar ya tenemos la lista de las medidas tomadas por Macri y
su grupo de empresarios sin visión macroeconómica. El primer paso equivocado de
Macri fue justamente eliminar el Ministerio de Economía y transformarlo en un Ministerio
de Hacienda.
Luego siguen los errores. Al eliminar los subsidios a los servicios
básicos eleva los precios de estos servicios en un 500% lo que impulsó la inflación,
lo primero que se comprometió a controlar. Al eliminar los impuestos a la exportación
redujo los ingresos del gobierno, redujo la capacidad de pago de una deuda del
52% del PIB y de paso redujo la oferta interna porque sin impuestos de exportación
se hace mas atractiva la exportación. Al elevarse la tasa de interés en la
reserva federal de los Estados Unidos los capitales a los que les eliminó las restricciones
de entrada y salida se fueron hacia la seguridad de la potencia norteamericana.
Esto reduce la inversión y hace caer el PIB. Al salir volando los capitales hacia
Estados Unidos, adicionalmente se reducen los dólares por lo que baja el valor
del peso.
Al devaluarse el peso se le encarece el pago de la deuda y nuevamente
eleva los precios. Al elevar los precios y reducir la oferta de alimentos que
se van hacia el extranjero eleva la inflación. Reducir la planilla estatal esta
muy bien en época de crecimiento económico, pero en época de recesión el
aumento del desempleo reduce aún más el poder de compra o sea la demanda. En
lugar de aplicar medidas anticíclicas implementa medidas procíclicas o sea
agudiza la crisis y la recesión. Al elevar la tasa de interés al 60% para
contraer la inflación lo que hace es reducir la capacidad de inversión porque
encarece el costo del dinero.
Cuando rueda la bola de nieve es muy difícil pararla, aun menos si los
actores toman decisiones equivocadas que luego revierten. Es el caso de los
impuestos de exportación que Macri eliminó y ahora los impone nuevamente. Esto
da muestras de incapacidad, pésima consejera para el mercado.
Lo peor que puedes hacer en esta circunstancia es solicitar más dinero
prestado sin tener controladas las razones de la crisis, elevar aún más la
deuda que ya no puedes pagar y entregarte a los brazos del usurero.
Las medidas económicas que debe tomar Argentina, salvo mejor criterio son:
Elevar el impuesto
de exportación para disponer de comida en el país y evitar la explosión social.
De hecho, la devaluación ya conviene a los exportadores.
Reestructurar
la deuda
Aplicar
medidas anticíclicas
Reducir el
precio de los servicios públicos a los niveles anteriores
Aumentar
el impuesto al consumo de bienes no primarios y bienes importados
Ir reduciendo
paulatinamente los subsidios terminando en los servicios públicos cuando se
salga de la crisis.
Evitar el aumento
del endeudamiento
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