Por Felipe Argote
Ya hemos hablado y escrito abundantes pixeles sobre el plan económico neoliberal que abraza el actual gobierno. El
presidente Cortizo en la toma de posesión de la APEDE, ahora dirigida por la
presidenta Eliza Suarez, ratificó lo que muchas veces había mencionado y debió ser
bien comprendido desde la primera vez para los que ponen atención al fondo de
los discursos, no tan solo a las anécdotas. Afirmó que el gobierno desde el
principio aclaró que eran facilitadores. Eso en economía o estrategia país es
que el gobierno no interviene, solo es intermediario. Eso es lo medular de un
modelo económico neoliberal.
Esta estrategia no funcionó en el
primer año de gobierno, ya que la economía en lugar de recuperarse siguió desacelerándose.
Una vez llegada la pandemia se continuó con el modelo neoliberal, ya desechado
en casi todos los países de mundo, en especial en los países desarrollados.
Según los cálculos más optimistas,
incluyendo el del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) el PIB caerá en el
año 2021 un 9%. Sin embargo este mismo equipo económico al establecer el
presupuesto general del estado para la vigencia 2021, eleva el monto con
respecto al del año 2020 en un 3.2%.
En economía eso nos lleva a dos opciones alternas: o bien que los economistas del MEF calculan que la economía el próximo año 2021 recuperará todo el porcentaje perdido en el 2020 y además crecerá en 3.2% adicional o bien mis colegas pretenden que la burocracia estatal continúe con su mismo estilo de vida consistente en pagar miles de dólares de salario a asesores cuasi centenarios y octogenarios salidos de rectorías o que fueron ministras hace más de 30 años, quienes seguramente están en sus residencias guareciéndose del virus. Pretenden continuar con el pago de miles de dólares en gastos de gasolina, viáticos y dietas a ministros, diputados, alcaldes y representantes, todos en su hogar comunicándose por zoom. Para esto procuran sacar el dinero de una opción diferente a la generada por la carga impositiva, surgida de la riqueza del trabajo de obreros, clase media y empresarios. Esta no es otra que el endeudamiento de todos nosotros.
Efectivamente el cuadro 1 muestra
que en el presupuesto 2021 los gastos corrientes aumentan en $170 millones de
lo presupuestado en 2020. El servicio de la deuda aumentará en $578 millones
producto de un aumento de cerca de $8,000 millones en el último año y medio. A
finales de 2018 la deuda del país ascendía a $26,175 y a junio de 2019 ya era
de $33,045 millones. En un año y medio la deuda aumento más de lo que se elevó
entre 2012 y 2018. Como es evidente que el gobierno no intenta reducirse ningún
privilegio y prueba de ello es que llevan cinco meses discutiendo la cuota
parte que aportaran los altos funcionarios del estado a la crisis, es muy
probable que este récord se supere antes del año.
Si este fuera el caso lo veríamos
reflejado en el proyecto de presupuesto con un aumento en la inversión estatal.
La grafica N.2 muestra más bien una contracción de la inversión de 88 millones
de dólares o sea un 2.4 % con respecto a lo presupuestado en 2020 que ya era menor
en 1,200 millones con respecto al 2019. Hasta ese momento se trataba del nivel
de inversión estatal más reducido en los últimos cinco años. Ahora se reduce más.
El servicio de la deuda es la cereza del pastel (gráfica 3). Producto de ese aumento hipertrófico del endeudamiento, ya el servicio de la deuda se eleva en el presupuesto 2021 en un 21%. Ese año, según el proyecto de presupuesto estatal, se destinarán $578 millones de dólares a la amortización más intereses de lo adeudado.
El presupuesto considera que los
ingresos corrientes del estado caerán en $2,845 millones y aun así se pretende
aumentar los gastos en $454 millones con respecto al último presupuesto. Esto
nos lleva a un déficit primario de $1,750 millones. (cuadro 2)
Para ponerlo en perspectiva en 2018
el balance primario, o sea el ingreso menos el gasto, mostraba un superávit de $2,497
millones. El siguiente año 2019 el balance primario era de $2,523 millones de superávit
corriente mientras que en el presupuesto del 2020 se calculaba un superávit primario
de $1,549 millones de dólares.
Por primera vez en este decenio tendremos
ya un déficit de $1,750 millones antes de inversión, esto significa que el déficit
aumenta a $4,726 millones luego de la inversión reducida del 2021.
Inmediatamente la pregunta que surge es por qué de un cálculo tan optimista de recaudaciones del MEF de tan solo una caída en los ingresos de $2,845 millones en 2021 si solo en el primer semestre de este año 2020 se queja que los ingresos tributarios cayeron $1,200 millones de dólares y los ingresos del estado superan una caída de $4,000 millones y la pandemia inicio en marzo. Sabemos por sentido común que gran parte de los ingresos del próximo año dependerán de los impuestos que las empresas pagarán generados por las utilidades del 2020, ya sabiendo que la gran mayoría mostrará pérdidas.
Luego si se espera, según cálculos
del gobierno una caída de 9% del PIB, como se espera elevar los gastos en 3.3%
si el presupuesto del 2020 fue elaborado con la expectativa de un crecimiento del
4%. Esto es una diferencia de 13% con respecto a la expectativa del 2020.
Por tanto esto nos lleva nuevamente a dos alternativas: o bien que el MEF tiene un gran secreto guardado que demuestra que el próximo año nuestro país tendrá un crecimiento como resorte del PIB de 17% en 2021 con respecto al 2019, cuestión que deslumbrará al planeta o bien se pretende seguir con la espiral de endeudamiento para cubrir burocracia y gastos inmoderados para cubrir el alto nivel de vida de los funcionarios de altos niveles en el gobierno, “influencers” y copartidarios comprometidos con el activismo electoral.
Realmente los cálculos de ingreso
no acompañan ni siquiera las expectativas optimistas del MEF de una caída del PIB
de 9%. Yo actualmente creo que el Producto Interno Bruto caerá en 2021 en 15%,
pero con expectativa a la baja dependiendo del comportamiento de los siguientes
meses. (Cuadro 3)
Si este nivel de endeudamiento se
utilizara para un agresivo plan de inversión pública en infraestructura que dinamizara
la economía, recuperara los empleos y las empresas, yo le daría mi apoyo sin titubear,
pero endeudarse para cubrir gastos solo nos acarrea más endeudamiento y acompañado
de menos crecimiento de la economía, mayor pobreza y desigualdad.
A modo de recapitulación, este
presupuesto nos expresa que nuestros líderes políticos seguirán con el mismo
nivel de vida muelle, sobándose las manos y burlándose con una risa macabra, mientras
le acarician el lomo a su gato, observando como desaparece la clase media y se
pauperiza la mayor parte de la población panameña.
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