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28 de noviembre de 2009

EL POPOL VUH: EL FIN DEL MUNDO EL 23 DE DICIEMBRE DEL 2012

Por: Felipe Argote


Estaba participando de una reunión de ex condiscípulos del Instituto Panamericano cuando uno de ellos, mi amigo Julio Pérez, me tocó el tema del Popol Vuh y su relación con el fin del mundo en el 2012.

Con la llegada de la nueva película “2012 WE WERE WARNED”, se ha puesto en boga la discusión sobre las supuestas profecías del Popol Vuh, la del calendario maya y la terminación del planeta tal como lo conocemos, con todos los cataclismos, hecatombes, catástrofes y demás calamidades generalmente relacionados con las profecías bíblicas. Está de más decir que las religiones se han basado históricamente en el temor, la sugestión y el espanto. Todo esto es muy conveniente para un thriller como el que se presenta actualmente en los cines.

El ser humano requiere de cierto nivel de adrenalina, que si no las adquiere en un juego de fútbol, lo consigue en una película de terror o en un a montaña rusa. Paga una importante suma de dinero, toma un avión con sus hijos, viaja por casi cuatro horas hasta Orlando, Florida, paga un hotel, un automóvil de alquiler, tiquets para todos los integrantes de la familia y se va a un parque en donde luego de hasta 45 minutos de hacer una fila se suben en una atracción por 45 segundos donde se aterrorizan hasta el tuétano dando piruetas en una aparato mecánico, pero salen todos felices, comentando lo terrible que fue la experiencia.

Pues bien, como a los productores de Hollywood y a los escritores de tragedias se les vencieron los términos de las profecías de Nostradamus, quienes aseguraban que según sus supuestos augurios el mundo se terminaba en 1970, luego en 1985, mas tarde en el 1990, para luego variar la fecha al 2000, hasta que no quedó otra que olvidar el asunto, tuvieron que echar mano de una serie de inconsistencias históricas para armar un Armagedón que sirviera para inaugurar los nuevos efectos especiales de los ingenieros.


El Popol Vuh no es un libro recuperado de la civilización maya, ni siquiera el título del libro es de los mayas. El llamado Popol Vuh es una supuesta traducción de unos escritos mayas que nunca han sido encontrados ni aparecen en los jeroglíficos de Tchizen itza, Tikal, Copan o Balmopal, ni de ningún descubrimiento arqueológico.


Este es un escrito de un sacerdote cristiano del siglo XVII: Fray Francisco Ximénez. Según él, el escrito fue producto de unos originales elaborados por los indígenas quiché en el siglo XVI utilizando caracteres del alfabeto latino, guardados por este pueblo de lengua maya, y confiados a él en el siglo XVII. Recordemos que los españoles con su ignorancia de proporciones bíblicas, desde finales del siglo XV, recién llegados de un país en donde se quemaban vivos públicamente a los no cristianos, se dieron a la tarea de destruir sistemáticamente todos los escritos tanto mayas como de cualquier otra civilización de América. La civilización Maya, o que conocemos como Maya, un nombre genérico utilizado por los españoles para nombrar a los que hablaban esa lengua, tuvo su mayor desarrollo en el siglo 10 D.C. Esto es 500 años antes de la llegada de los españoles. Al arribar estos europeos la población se redujo a un 10% en los primeros 25 años de la colonización. Exacto, desapareció el 90% de la población de lengua maya, producto de las matanzas, las enfermedades europeas, para la que los indígenas no tenían anticuerpos, pero sobretodo debido a que los colonizadores hacían marchar a todos los hombres hacia las minas de oro, los obligaban a trabajar hasta el exterminio, mientras las mujeres fértiles se quedaban trabajando la tierra con muy pocas posibilidades de reproducirse. Es probable que los quichés hayan guardado sus creencias mediante su tradición oral, pero como es lógico, se mezcló con la religión europea impuesta por la fuerza. Esto no sorprende, ha ocurrido así a lo largo de la historia. Si no, pues me remito a la santería, mezcla de cristianismo con todas las deidades africanas, mezcladas para burlar la imposición cristiana que luego de un tiempo se incorpora al rito.

De forma que el buen sacerdote Ximénez asegura que tomó estos documentos escritos en Quiché con caracteres en latín y los tradujo al español. Después de muchos recorridos los originales del sacerdote fueron publicados en 1861 por el también sacerdote y misionero francés Charles Étienne Brasseur de Bourbourg, quien se los llevó a Francia y lo publicó con el nombre elaborado por él mismo: “Popol Vuh, Le livre Sacré et les mythes de l'antiquité Américaine". En ninguno de los capítulos del Popol Vuh se habla de la extinción del planeta. El libro contiene un grupo de escritos en donde se desarrolla su idea de la creación del mundo por parte de los dioses, los conflictos entre las deidades, y la creación de los seres humanos después de varios intentos fallidos. La admiración por el maíz que era su alimento fundamental y por tanto sagrado y la génesis de su civilización.

Se ha insertado entonces este escrito apócrifo a los descubrimientos arqueológicos reales de la civilización maya, especialmente a su calendario religioso o Tzoltin, que es mucho más preciso que el gregoriano. Basado en ciclos lunares, con 4 fases de 7 días de duración da un total de 28 días por luna y trece lunas dan un año de 364 días más un día verde. En cambio el gregoriano que utilizamos tiene meses de 30, 31 y hasta 28 dias, más uno de 29 cada cuatro años. Pero además los mayas tenían el Haab, utilizado por los civiles, de 18 periodos de 20 días cada uno, más cinco extras al final. Y un tercero, el de la cuenta larga o desde el inicio. Este último es un ciclo de 1872 millones de días. Como algunos creen que se inició el 13 de agosto de 3114 AC, este ciclo según sus cálculos se cierra el 23 de diciembre de 2112. Algunos lo mueven deliberadamente al 21 para que concuerde con el solsticio de invierno del hemisferio norte y otros lo halan de los cabellos para coincidir con la llegada de un supuesto cometa.


Lo que parece contradictorio, pero en el fondo no lo resulta, es que muchos de los más fanáticos seguidores de este movimiento pro cataclismo son a su vez fervientes cristianos. Resulta que algunas personas con sus intranquilas conciencias, por sus múltiples acciones poco humanistas, están dispuestos a creer en cualquier cosa que lave sus acciones, o que los castigue con el fuego por sus pecados y fechorías inconfesables, que los abrace hasta el martirio para flagelarlos, aunque de paso en sus afiebradas mentes se lleven con ellos al resto de la humanidad.

Algunos de éstos cristianos devotos han encontrado similitudes entre el Popol Vuh y la biblia. No los contradigo. Es muy posible que parte de los escritos de la tradición oral maya hayan sido editados por el bueno del sacerdote Ximénez, quien debe haber entrecruzado la tradición maya con la biblia y mediante esta sopa catequizar a la población indígena sobreviviente de la gran masacre que sistemáticamente desarrollaron sus paisanos los españoles al invadir América.


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