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15 de enero de 2012

APOLOGIAS Y FILÍPICAS

Por: Felipe Argote

Sócrates al beber la cicuta
Desarrollando el artículo sobre la biblioteca de Alejandría me vinieron a la mente dos términos comúnmente utilizados por los oradores pero que muchas veces se desconoce su procedencia. Me refiero a los términos apología y filípica.

Comúnmente vemos que los estudiosos del derecho se refieren a la apología del delito cuando alguien utiliza un medio de comunicación, una disertación o en una oratoria pública para defender algo que es ilegal. Tal es el caso de algún funcionario que defiende el hecho que alguien haya tomado la ley en sus manos o en otro ejemplo es como afirmar que debe dársele un tiro en la cabeza a todo los delincuentes para aplicar la mano dura.

Como la pena de muerte no está establecida en nuestro código penal, el afirmar que debe aplicarse la pena de muerte a un delincuente es considerado por los penalistas hacer, por supuesto, apología del delito. Sin embargo el término apología no debe ligarse solo a delito. Apología significa la defensa mediante discurso o por escrito de una idea o planteamiento teórico.

Platón escribio la Aplogía de Sóocrates
Este término apología surge del libro Apología de Sócrates escrito por su discípulo Platón, a su vez maestro de Aristóteles. Platón es célebre por su libro La República entre muchos otros aportes a la filosofía. La apología de Sócrates escrita por Platón recoge el discurso que en su propia defensa desarrolla Sócrates ante la acusación de ateísmo y de corromper a la juventud con ideas en contra de la creencia en los dioses.

El profundo, genial e histórico discurso de Sócrates sin embargo, no logró convencer al jurado pues el filósofo nacido en Atenas en el 470 AC y que al momento de su juicio contaban con 70 años, es declarado  culpable por 281 votos contra 220. Sócrates se niega a pedir clemencia y por el contrario acepta la condena a muerte mediante la bebida de la cicuta en el año 399 AC Ya vemos que no solo el cristianismo asesinó a los sabios de su época por ir en contra de la religión oficial.

Las filípicas por su parte es un término menos conocido y por tanto menos utilizado, sin embargo se relaciona, ya que su significado contradice por el vértice a la apología.

Demóstenes fue por mucho uno de los mejores oradores de Atenas. Había iniciado su carrera desarrollando un discurso ante la institución judicial correspondiente exigiendo su heredad que controlaban sus tutores a la edad de veinte años.

Filipo II de Macedonia
Sus tres filípicas son airados discursos alertando a los atenienses de la fortaleza y el peligro que representaba Filipo II de Macedonia para Atenas y todas las ciudades griegas, llegando a colocar a Filipo como más peligroso que el mismo Darío III, rey de Siria. Estos airados discursos son los que le dan al término filípica su connotación.

La filípica es pues un encendido discurso de ataque a una persona o idea. De Demóstenes se asegura que fue financiado por el rey persa del cual recibió la cifra de trescientos talentos, esto es alrededor de ocho millones y medio de dólares actuales.

Filipo de Macedonia fue asesinado antes de poder colocar a Atenas bajo su égida, pero fue su hijo Alejandro Magno quien completó su tarea, tomando bajo su imperio no solo a todas las ciudades griegas sino el mayor imperio occidental conocido hasta la época, incluyendo todo el reino persa, Babilonia y Egipto.

Demóstenes practicando su oratoria ante el mar
Demóstenes nunca cambió su opinión con respecto a los macedonios, a quien no consideraba griegos. Luego de la muerte de Alejandro Magno, Demóstenes continuó su conspiración contra los macedonios, esta vez llamando a la guerra contra Antipatro el último general de Filipo II, padre de Alejandro, que quedaba vivo y heredero de la parte griega del imperio de Alejandro. Derrotados los atenienses, Demóstenes, uno de los mejores oradores de la historia y creador de las filípicas, huyó hacia una isla donde se suicidó para evitar ser atrapado vivo por el general macedonio.



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