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11 de octubre de 2014

FEUDALISMO: EL SIERVO DE LA GLEBA

Por: Felipe Argote

Históricamente existen grupos bien ilustrados que deciden por el conjunto de la sociedad cual
será la división de las tareas en el proceso de producción y cómo será la distribución de los bienes producidos. Por supuesto que estos sistemas le serán convenientes a sus propósitos egoístas. Sin embargo para consumo del vulgo, es necesario colmarlo de material ideológico que los motive a discurrir que su propósito en la vida es inmanente  a un destino preconcebido por fuerzas superiores a nuestro intelecto. Así por ejemplo, si el nazismo le dijera al pueblo alemán que su propósito era desatar una guerra para recuperar los insumos, carbón y acero arrebatados por los aliados de la triple entente en el tratado de Versalles por la que finaliza la primera guerra mundial, insumos necesarios para su industria y el mercado para sus productos, así como una mano de obra barata, muy pocos hubieran dada la vida por el füher. Pero si le convencen de que la raza aria es la raza superior y su destino está ligado a un propósito divino que nos constriñe a dominar el mundo, pues todos estarán marchando al unísono con paso de ganso, el brazo en alto, colmados de adrenalina, dispuestos a dar la vida por el objetivo de dominar el mundo en un nuevo orden mundial  dirigido por los germanos.

Esta introducción tiene como objetivo poner en perspectiva el sistema económico feudal. Al desbarrancarse el imperio romano, se viene abajo a su vez el centralismo de este sistema esclavista. Por tanto surge un sistema descentralizado en donde un monarca o rey se hace cargo de un territorio mediante el control de un ejército. Este dominio territorial queda a cargo de señores de la guerra que pagan tributos al rey a cambio del respeto a sus señoríos. El señor feudal controla tanto la tierra como a los campesinos que viven en ellas. Ellos no son esclavos, son siervos a los cuales se les permite vivir en los  dominios del feudo. A cambio de permanecer en las tierras los campesinos deben dar la parte de la cosecha que les imponga el señor feudal quien los protegerá de invasiones vecinas con su ejército.

Por supuesto que este sistema contractual es muy bien comprendido por los dirigentes del
feudo, aunque para efectos del vulgo la estructura debe llenarse con ideología. El rey es el representante de Dios en la tierra. Esto lo confirma la santa iglesia que lo corona como tal a nombre de Dios. Las tierras son por tanto propiedad del rey quien lo da en concesión a los señores feudales, a quienes les concede algún título nobiliario como condes, duques, marqués, etc. Para acceder a este título debe tenerse sangre real, así nos desembarazamos de algún líder campesino que quiere ocupar la posición de noble. Solo los familiares de rey tienen sangre real, por tanto solo ellos pueden ser nobles.

El feudalismo era un sistema descentralizado formado por tres grupos bien delimitados: los militares, los religiosos y los campesinos, con roles muy bien definidos. Los militares eran responsables de cuidar militarmente el feudo, expandirlo mediante la guerra y conseguir mayores riquezas arrebatándoselas a reinos de los alrededores, o bien irse más lejos a la llamada tierra santa a expulsar a los judíos y musulmanes y de paso arrebatarles sus riquezas en nombre de dios.

Los religiosos bendecían las batallas y sus atrocidades y confirmaban la disposición divina de que los nobles actuaban a nombre de dios. Los campesinos eran los que mantenían con su trabajo tanto a curas como a guerreros, pagando obligatoriamente el diezmo y otros impuestos a la iglesia y parte de su cosecha a los nobles.

El noble por disposición divina bendecida por el clero era el que administraba la riqueza
producida por los campesinos. La iglesia confirmaba que este era el orden dispuesto por dios, impartía justicia y castigaba a quien se opusiera a este orden ya que era oponerse a dios y la muerte tanto como los castigos más brutales e inhumanos fueron inventados por los curas para quienes no se adecuaran a las disposiciones divinas.

Los vasallos debían serle fieles al señor feudal lo cual incluía estar dispuesto a acompañarlo a la guerra.


El siervo de la gleba es el grupo humano que surge de  la relación contractual procedente de los últimos tiempos del imperio romano. Tanto los esclavos libertos, como los bárbaros que se quedaron en la tierra luego de las guerras, como los plebeyos, establecen acuerdos de protección de un señor de la guerra que posee los soldados armados necesarios para  defender a los siervos. Mientras los soldados luchan, atacan, defienden y se entrenan, los siervos producen lo necesario para mantenerlos.


El feudalismo se inicia con la caída del imperio romano a finales del siglo IX y principios del siglo X en Francia primariamente. Termina con el surgimiento del capitalismo en el siglo XVIII poco antes de la revolución industrial.

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