Con la colaboración de Carmen Gerald
Fotos: Felipe Argote
París. El nombre nos recuerda al príncipe troyano que según cuenta el poema de Homero raptó y sedujo a Helena, esposa de Menelao, hermano a su vez del poderoso Agamenón, que resultó en la desgracia de Troya y sus habitantes. Pero París no tiene ninguna relación con Troya, Aquiles, Patroclo ni Hector. Tampoco se relaciona su nombre con el cacique Paris, quien se inmoló junto con los patriarcas de su tribu en la piedra del Vigia en lo que hoy es Chitré para no verse encadenado por los soldados españoles, como antes lo fue Urracá.
El nombre de París surge de un pueblo galo denominado los parisii que poblaron éstas tierras 250 años antes de cristo, hasta que las tribus germánicas de los francos la dominaron y convirtieran el sitio en la capital de su imperio en el siglo IV.
En la ciudad de París todo relata a su paso milenios de sucesos humanos. Cada calle, cada edificio, cada plaza, cada monumento nos enfrenta con sucesos que marcaron su historia. Lo primero que nos conmueve es encontrarnos en medio de escenario que narra Victor Hugo en su genial novela Los Miserables. Un transeunte se me pareció a Jean Valjean, mientras un policía de tránsito era la viva imagen de Javert el circunspecto y tenáz detective que le daba caza.
Todo París es un gran museo al aire libre, la pieza principal, la torre Eiffel, constuida por Gustave Eiffel en 1889 en ocasión de la feria mundial se levanta imponente en el campo de marte con sus casi 300 metros de altura, frente al majestuos rio Senna. Se calcula que solo el año pasado la visitaron seis millones de personas. El Arco del Triunfo, constuido en la plaza hoy llamada Charles de Gaulle sobre los Champs-Ëlysées por Jean Chalgrin, por orden de Napoleon Bonaparte en conmemoración de su victoria en 1805 en la llamada batalla de los tres emperadores en que Napoleon vence a la coalición Ruso-Austriaca dirigida por el Zar Alejandro I.
El museo de Louvre muestra en sus 68,000 metros de exhibición, 35,000 piezas de un total de 445,000 que posee, además de las 1,400 piezas que viajan por el mundo en exhibiciones itinerantes.
Paris de noche es mágica, sus cafés al aire libre, su vida nocturna, envuelve a propios y extraños. No gratuitamente es el punto de mayor atracción turística en todo el planeta. Es un privilegio verla y vivirla. A diferencia de las costumbres en otros paises, los franceses hacen de la cena todo un ritual. Nada de sentarse y estar satisfecho si te sirven pronto. Antes de pedir se sirve el vino, el cual se degusta sin prisa en medio de una conversación interesante. Luego de al menos un par de copas se solicita la cena que viene en tres platos, más el postre. Salíamos a cenar no antes de la ocho de la noche y la velada nunca terminaba antes de las once. Pero con el ambiente colmado de motivacion el tiempo pasa muy rápido. Paris es algo fuera de todo lo conocebido. Como la poesía de Rubén Darío... y el que la vió no la pudo jamás olvidar.
París, como ciudad, es la quinta economia del mundo después de Tokio, Nueva York, Los Angeles y Chicago. Es uno de los motores de la economía mundial y por consecuencia lógica de la Union Europea.
Al abandonar la ciudad luz, entrego mi pasaporte en el aeropuerto al funcionario de la policía francesa y evito una sonrisa al verle con su quepis de copa redonda y su chaleco azul, el impresionante parecido que tiene con el inspector Clouseau.
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