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26 de julio de 2010

LOS CORREDORES: PERDER PERDER

Por: Felipe Argote


No le debas a rico ni le prometas a pobre, decía mi mama dentro de su infinito repertorio de proverbios populares. Tal es el caso de las autopistas. Durante la campaña electoral, en esa cornucopia de promesas en que se convirtió el candidato presidencial y su campaña, prometieron un metro en tres años, la rebaja de la canasta básica, la reducción del desempleo y a su vez de la inflación. Entre un sinnúmero de promesas prometió la nacionalización de los corredores y la gratuitidad del mismo.

La realidad es siempre más rica que cualquier esquema teórico. Pero la reiteración quinquenal de candidatos que prometen el oro y el moro, pero que una vez encumbrados en el poder se dedican a dar escusas de las razones por la que no son posibles y que la población una y otra vez se las crea es lo que mueve a ternura hacia el electorado panameño, para no utilizar la palaba tristeza por lo chocante del término.

Pero veamos el caso de los corredores.

Ahora resulta que los corredores los vamos a comprar por una cifra que duplica lo que recibimos por el 49 por ciento de las acciones del Instituto Nacional de Telecomunicaciones hoy Cables & Wireless que tanto utilidad brinda a sus propietarios ingleses.

Para comprarlas desafectaremos una gran parte de los 1,200 millones de dólares del Fondo Fiduciario para el Desarrollo cuyos fondos provienen de las privatizaciones del INTEL y del IRHE y de algunas otras ventas menores. Provienen de empresas estatales que costaron más de veinte años levantar, que entregamos al capital extranjero y que al menos la parte positiva es que el gobierno que las vendió, el de Pérez Balladares al menos no se gastó estos fondos como si lo hizo el de Guillermo Endara con el producto de la venta de Cemento Bayano. En cambio se depositó en un fondo llamado Fiduciario para el Desarrollo con la prohibición mediante ley de gastárselo ni en gasto corrientes ni en gastos disfrazados de inversión. En cambio sus intereses se depositaban para ser gastados en un organismo llamado el FES (Fondo de Emergencia Social). Esta institución se transformó rápidamente en una piñata para el gobierno de turno por lo que Mireya Moscoso prometió en la campaña electoral con cerrarlo. Al llegar al gobierno cumplió su promesa: cerró el FES pero inmediatamente abrió el FIS (Fondo de Inversión Social) con las mismas características que su antecesor inmediato. Luego el candidato Martinelli prometió cerrar el FIS. Al llegar al gobierno decidió que no era tan malo y aun estamos esperando al menos el áudito prometido.

Ahora se pretende desmem brar el fondo para dedicar una parte a la compra de los corredores y la otra parte sacarlo de los fondos de los depositantes del seguro social. Se espera pagar 650 millones de dólares por el corredor norte y 420 millones por el corredor sur para un gran total de 1070 millones de dólares.

Esto significa que si el proyecto fracasa nos quedamos sin ahorro nacional y sin fondo de jubilación de miles de panameños, con graves consecuencias para la situación financiera del país. Si los corredores son rentables lo son con la actual estructura de precios, por lo que los usuarios asfixiados con las altas tarifas de los corredores no verán un mejoramiento en su situación y si se bajan los precios de los corredores para la satisfacción de los usuarios no serán rentables, por tanto perdemos nuestra inversión como país.

Parafraseando a Stephen R. Covey esto es una situación de perder perder.

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