Por: Felipe Argote
Definitivamente estoy a favor que
en las próximas designaciones a la Corte Suprema de Justicia se nombre a dos mujeres.
Este es mi planteamiento general. Luego voy a exigir que éstas mujeres nombradas
cumplan con los criterios de capacidad, honestidad y transparencia que la gran
mayoría de la ciudadanía reclama.
Estoy convencido que existen
entre las profesionales del derecho en Panamá un numero plural de mujeres con
estas capacidades y muchos otras experticias, por tanto no dudo del pragmatismo
de mi solicitud.
Pero ¿Por qué una mujer? Resulta
interesante que ante mi planeamiento, en forma reiterada, muchos varones y
algunas mujeres cuya inteligencia no es tema
de duda e inclusive que su amplitud de criterio está comprobada,
inmediatamente salten como punzados por el filo de una daga para afirmar que no
debe utilizarse el criterio de género. Sustentan que solo debe admitirse que la
persona sea capaz, que pruebe honestidad y otros tantos atributos. Espetan que
si esas características le son atribuibles a una mujer o dos pues que sean
designadas en el cargo, pero si por el contrario la ventaja es para un varón o
ambos, pues que estos sean los investidos. Algunos afirman sin ambages que el juicio
de discriminación en razón de sexo raza etc. está más que superado en nuestra
sociedad en este siglo y que no debe ser
sacada del baúl de los recuerdos para entorpecer y estropear un proceso que puede
ser un ejemplo para las actuales y futuras designaciones.
Difiero por el eje de esta
posición aunque estoy seguro que se basa en un criterio noble, por más que esté
definitivamente desacertado, desde mi singular perspectiva.
Actualmente la Corte Suprema de Justicia
cuenta con nueve magistrados distribuidos en tres salas, ninguna mujer. De los cuarenta
y cuatro presidentes que ha tenido la Corte desde principios del siglo pasado,
tan solo tres han sido mujeres. Si esto no es una prueba evidente de
discriminación por razón de género pues no sé qué más catas se deben remitir
para confirmarlo.
Estas cifras de participación
contrastan con la realidad de la
formación profesional de nuestro país. Según el Instituto Nacional de Estadística
y Censo, en el año 2010 el 67% de las graduaciones universitarias fueron de mujeres
contra solo un 33% de hombres. Seguro que algunos expresarán que el porcentaje
esta sesgado por las graduaciones en educación que aplastantemente son mujeres.
Cierto que en educación el nivel de mujeres graduadas es 72%, pero en medicina
es de 74% y en derecho, que nos atañe
para el articulo actual, es de 52%. En posgrados de la Universidad de Panamá las
graduaciones de mujeres representan el 66% y en la Universidad Tecnológica de
Panamá el 50%.
Si lo analizamos desde la perspectiva
de la honestidad, pues las mujeres dominan por mares, ya que representan solo el
14% de la población privada de libertad en el país, por lo que sería 6 veces más
probable escoger a un hombre deshonesto que a una mujer indecorosa.
Desde los tiempos del eminente jurisconsulto
y magistrado de la CSJ Doctor Camilo Perez, quien en la década del ochenta del
siglo pasado acusó a la corte suprema de justicia de ser un potrero lleno de garrapatas,
este órgano del estado no ha presentado argumentos sólidos para mejorar su perfil,
por el contrario se ha visto involucrado consuetudinariamente en bataholas, la más
reciente, la confesión por parte del último magistrado que entre todos
escogieron de presidente, de ser parte de un escándalo de corrupción que lo
mantiene en prisión. El hecho que el cien por ciento de los magistrados de la Corte
Suprema de Justicia es del género masculino resulta en un evidente caso de
discriminación de género.
En los países civilizados, esta situación se reduce
mediante la llamada acción afirmativa o discriminación positiva, término
acuñado hace más de 50 años por el presidente norteamericano Lyndon B. Jhonson,
quien ocupó la presidencia tras el asesinato de Jhon F. Kennedy, quien sustentó
su propósito de esta manera:
"No se borran las huellas de centurias con sólo decir
"ahora sois libres de ir donde queráis, y hacer lo que
queráis" No se toma a quien durante años ha estado
encadenado y se le da la libertad, conduciéndolo a la
línea de partida de una carrera y diciéndole
"eres libre de competir con los demás", pensando que
efectivamente se ha actuado con entera justicia.” “Procuramos no sólo la
igualdad como un derecho y una teoría sino la igualdad como un
hecho y la igualdad como consecuencia"
Al colocar a dos mujeres en la Corte
Suprema de Justicia la proporción seguirá siendo extremadamente baja para la
realidad de nuestro país, ya que existen más argumentos para sustentar que
siete de cada nueve magistrados deben ser mujeres que la propuesta inversa, sin
embargo será un pequeño paso hacia la equidad.
EL BALANCE GENERAL
POBREZA Y EDUCACIÓN
MARGEN BRUTO
DESARROLLO LOGÍSTICO
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