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27 de junio de 2015

DE HONESTIDAD, CORRUPCIÓN Y MUJERES LIDERESAS

Por: Felipe Argote

El viernes pasado concluí, como es regular, mi larga jornada de trabajo a las nueve de la noche,
cuando terminé de dictar clases. En el camino a la casa decidí parar en el supermercado rey de Centenial. Como rutina de escritor, siempre analizando a las personas alrededor, observé a una joven pareja que hablaba del partido de fútbol entre Colombia y Argentina de la copa América. Como había dejado grabando el partido no quería saber el resultado, sin embargo no pude evitar escuchar que el muchacho, de mi estatura, 1.86 metros pero el doble de mi ancho, le decía a la chica “pero ellos merecían ganar” cuando la chica, una joven petisa muy guapa con gafas al estilo de John Lennon, le interrumpió muy segura de su argumento “No chico, el fútbol no es de merecimientos, es del que encaja los goles”.  Cómo cambian los tiempos, no hace demasiados años, de fútbol solo argumentaban los hombres, pensé.

No sé de donde extrapolé la escena a la actual realidad nacional panameña. No llevo el  número de ex ministros, funcionarios, empresarios y  magistrados que se encuentran en la joya, la gran joya, la joyita, el renacer, la policía, la PTJ, en casa por cárcel, país por cárcel o como prófugos de la justicia; algunos sin saber su paradero, otros escondidos fuera del país, todos involucrados en actos de corrupción. No he computado el número de diputados y ex diputados implicados en delitos similares que caminan por el país y aun aprueban leyes, quienes justifican el uso de nuestro dinero en partidas circuitales tranquilamente, con la mano en la cintura.

En medio de esta deprimente situación, he sido tentado a llegar a la misma conclusión que Diógenes de Sinope, llamado el cínico, 400 años antes de Cristo, quien caminaba por las calles de Atenas de día con una lámpara encendida, buscando un hombre honrado.

Sin embargo, siendo un optimista desahuciado, rápidamente busqué elementos disuasorios para evitar caer en el pesimismo. Así me encontré con el caso único de la diputada Ana Matilde Gómez, quien hasta el día de hoy ha demostrado que existe un espacio para la gente con principios y aún más, que la población sí respalda a este modelo de políticas. Me encuentro con la procuradora Kenia Porcell quien ha realizado una labor diligente en la persecución del delito. Sigo buscando y me encuentro con las cuatro nuevas fiscales anticorrupción Tania Sterling, Vielka Broce, Zuleika Moore y Ruth Morcillo, cuatro valientes fiscales insomnes, a cuyos despachos vemos llegar investigados a rendir indagatoria cuando aún no sale el sol y observamos en la televisión que los acusados salen del despacho a altas horas de la noche. No puedo dejar de mencionar a la presidenta de APEDE Dagmar de Alvarez quien ha demostrado una capacidad que ya conocíamos de antemano. Si sigo la lista de mujeres, capaces, inteligentes y honestas necesitaría utilizar todo el disco duro de la laptop.

El proceso es evidente, dentro del cúmulo de acusados, la cantidad de mujeres involucradas se
pueden contar con una sola mano hipodactílica, mientras con los hombres acusados de corrupción se llena un estadio de fútbol. Basta con ver la cantidad de nuevos y viejos reclusorios para presos que aun así siguen atiborrados, mientras la pequeña cárcel de mujeres podría estar semi despoblada, si los procesos en los tribunales cumplieran con los plazos.

Tengo 20 años dictando clases a estudiantes de maestría en la universidad Interamericana de Panamá. Solo por curiosidad llevo el conteo de hombres y mujeres inscritos en mi cátedra por trimestre. De unos 10 años para acá la tendencia es insoslayable, la proporción de mujeres va de un 60% a un 80%.

Más de una vez al declararme de acuerdo con la paridad de género me replicaron que el problema es que las mujeres no quieren meterse en política, ante lo cual aclaraba en forma consuetudinaria: No es que las mujeres no quieran meterse en política, es que la mayor parte de las personas honestas les cuesta mucho meterse en política y resulta que la mayor parte de las personas honestas actualmente son mujeres, aunque hay muchos hombres honestos aun.

Si Diogenes, el cínico, en vez de buscar a un hombre honrado buscara por las calles de Atenas a una mujer honrada, se hubiera ahorrado bastante aceite de su lámpara.

Procurar descalificar a una mujer por asunto de género no solo resulta anacrónico, discriminatorio, arcaico e ignaro, sino estúpido por lo contraproducente y expresa muy poco de quien lo utiliza como argumento.

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