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11 de marzo de 2011

EL MILAGRO DE PANAMÁ

Por: Felipe Argote


Un promedio de crecimiento del PIB de casi el 9% en los últimos siete años y proyecciones para los próximos años que superan este promedio. Todo el que llega a Panamá después de no visitarlo en los últimos diez años se sorprende de ver la ciudad tan cambiada. Parece una ciudad del primer mundo afirman algunos. Todos quieren hacer negocios en Panamá. Ante la crisis financiera mundial, algunos pretenden cubrir la reducción de sus ingresos por ventas en sus países desarrollados de origen, trasladando sus expectativas hacia este pequeño país de 78,200 kilómetros cuadrados y tres punto cinco millones de habitantes mal contados por el último censo; $2,362 millones en inversión extranjera en el 2010, un aumento del 33% con respecto al año anterior.

A qué se debe esta repentina aparición de nuestro país como un ejemplo para las economías del área, si apenas hace algunos años un reconocido economista panameño afirmaba que “en economía cuando Estados Unidos estornuda a Panamá le da pulmonía.”

Por supuesto que el gobierno anterior y el actual se jactan de ser los arquitectos de estos maravillosos resultados; de ser los estrategas que nos han llevado inclusive a ser considerados dentro de los países con grado de inversión por empresas evaluadoras tan prestigiosas como Moody’s, Standard & Poor’s (S&P) y Fitch Ratings. Esto lo afirman a pesar de que todos, salvo los muy despistados, sabemos que el gobierno de Martin Torrijos no tenía ni idea donde estaba su brújula política, ni ideológica y por lo tanto económica, y el gobierno actual, si bien desde el inicio se definió como el del péndulo hacia la derecha, ha cometido tantos exabruptos y ha hecho tantas improvisaciones que resulta difícil pensar que tiene un rumbo definido o al menos un criterio macroecómico coherente. Recordemos que luego de instalarse en el gobierno tuvo que contratar los servicios de la prestigiosa firma consultora norteamericana Mc Kinsey & Co para que le definiera el rumbo económico del gobierno, al menos en materia impositiva.

A mi juicio no existe tal milagro y si a alguien hay que endilgarle el supuesto milagro es a ese gran grupo de panameños que lucharon por la reversión de nuestro canal y la ratificación de nuestra soberanía (la soberanía es buen negocio).

Al revertirnos el canal y recuperar todo nuestro territorio con la salida de las tropas extranjeras, el país recibió la nada denesnable suma de treinta mil millones de dólares en activos. Al controlar nuestro canal el país recibió directamente de esta operación en menos de dos años más de lo que habíamos recibido desde 1914, en que se inauguró la via, hasta su reversión a nuestro país en diciembre de 1999. Recordemos que Estados Unidos solo pagaba 500 mil dolares anuales por el canal hasta la firma del tratado Torrijos Carter y ni un solo centavo por las 14 bases, ni por el uso del agua.

Basta ver las actividades económicas que están empujando la economía y hacen crecer el PIB para ratificar ese aserto. Antes nuestra economía se basaba en banano y pesca, ahora es el transporte, el turismo y la construcción quienes arrastran los vagones. En el periodo 2004-2010 solo tres actividades económicas tuvieron crecimiento promedio mayores de dos digitos: La construcción con 14.07%, el transporte con 13.57%, las minas y canteras con 13.6% y hoteles y restaurantes con 10.4%.

El crecimiento del transporte tiene mucho que ver con los puertos terminales del Atlantico y el Pacífico, que antes eran centros militares controlados por el ejército norteamericano para su lógistica y ahora son instalaciones civiles, lo que ha permitido explotar nuestra posición geográfica como centro de acopio y redistribución de contenedores.

Los hoteles y restaurantes han tenido como causa de su crecimiento el fabuloso aumento del turismo. Mientras anteriormente el Causeway, Gamboa, la playa Koobe y todo el área canalera era zona de seguridad, y la eficiencia se media en función del menor tiempo que tomaba un barco para salir del país, ahora existen resturantes, hoteles, resorts, marinas y todo lo necesario para procurar que los botes, barcos y veleros se detengan en nuestro territorio a avituallarse y muchos extranjeros viajen a nuestro país a hacer turismo.

La construcción ha crecido debido al crecimiento de la economía basada en la explotación de nuestra posición geográfica, antes cohibida por el área cercada y la vigilancia estrecha, para no permitir el relajamiento del cerco de seguridad militar. El aumento en los ingresos del estado ha permitido el desarrollo de toda la infraestructura especialmente vial a pesar de la mala administración.

Solo basta comparar el centro de visitantes de las exclusas de Miraflores que antes te invitaba a salir de allí lo más pronto posible y ahora es un centro turístico con restaurante, museo y tienda de regalos incluido.

Por eso me reitero en que no existe tal milagro. Lo milagroso, si se quiere buscar un prodigio, es que muchos altos empresarios y profesionales de nuestro país que hoy hacen buenos negocios y se pasean orondos por las áreas revertidas, insistían en que no era conveniente la salida de las bases militares ni la reversión del canal, tan solo porque para ellos era un negocio venderles carne, miniestras y una que otra bebida enervante a los norteameicanos, o porque tenian un empleo bien remunerado en las bases. Aseguraban asustados que los panameños eramos incapaces de administrar el canal, que de tomar Panamá el control de la via acuática seria cosa de tiempo para que se lo tragara la maleza, mientras los chorilleros se bañarían en las exclusas con los tubos emparchados de las llantas de los camiones.

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