De tan solo seis millones de habitantes y un PIB de alrededor de 60,000 millones Libia no parece poseer la importancia suficiente para tener a todo el mundo atento minuto a minuto de los acontecimientos de este país ubicado en el norte de África entre Túnez, cuyo gobierno cayó en enero de este año tras una sucesión de grandes movilizaciones y Egipto cuyo gobierno cayó tras una sucesión de grandes movilizaciones en febrero.
La lógica del dominó no llevaría a la conclusión que Libia era la próxima dictadura en caer tras casi 42 años de gobierno de Muammar al-Gadafi. Pero esa misma lógica llevó al dictador a la conclusión que solo mediante la represión feroz e inmediata podía cortar de raíz la insurrección popular para que no pasara como en Túnez y Egipto que pequeñas movilizaciones fueron creciendo día a día hasta convertirse en imparables mareas humanas que quebraron la lealtad del ejército.
Las primeras referencias a Libia nos retrotraen al imperio Egipcio donde se habla del reclutamiento de mercenarios Libios. Luego también se vuelve a referir a estos mercenarios cuando se dice que fueron contratados por el mítico Aníbal, el cartaginés que estuvo a punto de tomarse Roma.
Área de paso entre Asia menor y Egipto con casi la totalidad de sus habitantes ubicados en las costas bañadas por el mar mediterráneo, Libia fue controlada por griegos, fenicios, romanos, vándalos, bizantinos, árabes, otomanos y finalmente invadida por Italia en 1912, tan solo para asegurarse un pedazo del pastel africano mordisqueado por todas las potencias europeas. Más de 150,000 italianos se asientan en el país en este periodo expulsando de las tierras cultivables a sus residentes originarios.
Luego de la segunda guerra mundial, tras la derrota de Italia como parte del eje, los europeos no ven ningún interés en el país cinco veces más grande que Italia pero con una población de apenas un millón de habitantes en la época, debido a que su vasto territorio es fundamentalmente desértico, así que le otorgan la independencia y colocan como rey a Idris I.
En 1969 el rey Idris fue derrocado por una revuelta militar liderada por Muammar al-Gadafi quien proclama una revolución socialista que nacionaliza tierras y empresas. El estado se toma el 51% de las acciones de los bancos, se expulsa a las bases de Gran Bretaña y Estados Unidos y se confisca las propiedades a todos los ciudadanos israelíes e italianos. En 1973 se nacionaliza el 51% de todas las empresas extranjeras.
Gadafi se declara primer ministro en 1970 y cambia el nombre al país por Jamahiriya Árabe Libia Popular Socialista. Impuso el precio a las compañías petroleras con lo que se hizo de la economía necesaria para fortalecer su ejército y a jugar a internacionalista adhiriéndose al movimiento de países no alineados y estrechando sus lazos con la Unión Soviética.
Su confrontación con Occidente lo lleva a patrocinar movimientos armados de izquierda y a ser acusado por Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Alemania de cometer acciones terroristas en sus países con tremendas pérdidas humanas. Entre los más traumáticos son las acusaciones de colocar una bomba en el vuelo 103 de la línea norteamericana Panam en 1988, dos años después que el presidente Ronald Reagan bombardeara Trípoli causando la muerte de una de las hijas de Gadafi. También se la relacionaba con una bomba colocada en la discoteca “La Belle” en Alemania y un atentado contra un avión de la empresa francesa UTA en 1989.
Sin embargo, a partir del 2001 Gadafi da un viraje ideológico de 180 grados a la extrema derecha, logra que se olviden sus deslices previos mediante el pago de 2,700 millones de dólares a los familiares de los asesinados en el atentado del vuelo 103, y otros tantos millones a los del avión francés de la compañía UTA y a las víctimas de la discoteca “La Belle” en Alemania. Este viraje lo convierte en socio intimo del derechista italiano Silvio Berlusconi, del en ese momento presidente español José María Aznar y hasta recibe elogios por escrito de George Bush, quien reanuda relaciones diplomáticas con Libia.
Actualmente Gadafi responsabiliza a Al Qaeda de ser quienes están detrás del movimiento por su expulsión del gobierno de hecho en Trípoli.
Sin embargo es interesante que el consejo Libio de Transición que dirige los esfuerzos por su destitución esta encabezado por Abdulyalil Mustafá Mohamed Abdul Jalil quien hasta hace unos días fue su ministro de Justicia y quien hoy denuncia que fue Gadafi el que dio la orden directa para que se ejecutara el atentado contra el vuelo 103. Lo dice ahora, veintitrés años después de ocurrido y mientras fue uno de sus allegados.
Desde la ciudad de Bengazi, segunda ciudad en importancia de Libia, hoy en poder de los alzados, el ex ministro encargado de la justicia de Gadafi borra todos sus pecados de acción u omisión haciendo único responsable al dictador que hasta unos días atrás le daba las órdenes. La otra cabeza visible es el embajador Libio en Estados Unidos Ali Aujali quien dijo estar dispuesto a sacrificar sus 41 años de funcionario del gobierno de Gadafi si este no renuncia.
Mientras tanto la OTAN organiza una posible intervención militar que más parece el ataque de un cardumen de pirañas, listo para disputarse sus ricos yacimientos petrolíferos que una jornada de buena voluntad. Es que son los mismos que lo pasaron de tirano a héroe y socio comercial, para lo cual no les importó la suerte de su sufrido pueblo sino la seguridad jurídica de sus inversiones. Su mayor aliado, el gobierno italiano ha anunciado que en honor a su gran amistad con Gadafi no enviará tropas a efectuar acciones militares contra el dictador libio, pero que en función de su lealtad euro atlántica si prestará sus bases para que se efectúe cualquier operación militar.
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