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2 de marzo de 2012

HABLA EN ESPAÑOL, CUENTA EN BALBOAS

Por: Felipe Argote



A falta de toros Balboa entretenia a sus oficiales apostando
cual perro arrancaría primero un brazo a los indios cautivos 

Habla en español y cuenta en balboas, decía una propaganda del ultranacionalista y de paso racista Arnulfo Arias. Si nos ubicamos en el contexto histórico, a mi juicio no tenemos nada que agradecerle al gallego Vasco Nuñez de Balboa. De hecho al descubrir para los españoles, ya que nuestros antepasados ya lo habían descubierto miles de años antes, el mar del sur, a decir de sus propias palabras navegó a las islas de San Miguel y a su regreso atravesó todas las tierras de las pacificas tribus matando y robando todo lo que pudo. Su triste final, decapitado a manos de sus propios paisanos, que en su codicia insaciable no pestañeaban para traicionarse y asesinarse entre ellos, para quedarse con las riquezas ajenas, fue lo mismo que él hizo a los indígenas. De hecho Balboa fue mandado a decapitar por su propio suegro, Pedro Arias de Avila.

Con la emisión en Panamá de cuarenta millones de monedas de un balboa, se ha desatado una virulenta discusión en los medios sobre la incomodidad de cargar este pesado fardo en los bolsillos. Se discute si se puede negarse a recibir el balboa, o si están obligados a recibirlos en los bancos. Inclusive hay quienes afirman que la emisión se debe a que los norteamericanos se han negado a enviar todos los dólares que le ha solicitado el gobierno ante su incapacidad demostrada y por eso se han visto obligados a emitir balboas. He escuchado a algunos solicitar que se le pregunte al gobierno donde están los lingotes de oro que respaldan esta emisión tal como lo hace el gobierno norteamericano al emitir dólares.

Monedas de un tercio de estátera
Hagamos algo de historia: Los primeros vestigios de acuñación de monedas datan de 700 años antes de Cristo en Lydia, la actual Turquía, se acuñaron los electro, una aleación natural de plata y oro. Se les denominó estátera. Estas monedas, como todas las acuñadas posteriormente a lo largo de la historia, eran muy prácticas porque su valor estaba establecido por el mismo metal precioso que se utilizaba para acuñarlo. El símbolo utilizado, como la cabeza de León que aparece en las monedas del rey de Lidia, Creso el opulento, es el símbolo del poder real y la garantía de que la moneda contiene el peso en metal correcto.

Esta herramienta, muy práctica para el intercambio, permitía que se superaran las limitantes del trueque, en donde ambos participantes debían tener el producto que necesitaba su contraparte. Sin embargo el dinero metálico tenía también una limitante, lo tedioso de cargarlo por su peso cuando las cantidades son grandes. El mismo problema del que se quejan 2600 años después las panameñas, que los nuevos balboas hacen insoportable cargarlas en las carteras y mucho menos en los bolsillos.


Moneda romana valorada actualmetne en un millón de dólares

Este problema inicia a superarse en el siglo XVII, cuando surgen las primeras impresiones de papel moneda en occidente, pues ya antes habían surgido en China. Estos papeles moneda eran algo así como un certificado por escrito de que se poseía dinero metálico depositado en un banco.

Este proceso se consolida con la emisión de estos certificados por parte de los estados que eran por supuesto respaldados por oro.

Luego de la segunda guerra mundial Estados Unidos llegó a controlar el 80% de todo el oro del mundo, gracias a que el conflicto bélico se desarrolló fuera de sus fronteras y su desarrollo industrial se catapultó por la economía de guerra, además que recién se había desechado el modelo económico liberal por uno en que el estado intervenía en la economía. El gobierno norteamericano obliga a todos los ciudadanos norteamericanos a entregar al estado todo su oro, salvo los considerados efectos personales. Con este aplastante poder económico, Estados Unidos impone al dólar como moneda de convertibilidad universal y se establece por consenso que este corresponde a 35 dólares la onza de oro.

El oro de Fort Knox
Veinticinco años después en 1971, sin embargo, ante la solicitud francesa de convertir los dólares en oro como fue el compromiso, el presidente Nixon suspende el intercambio de dólares por oro a particulares y disminuye el precio del dólar en 10% con respecto al oro. En 1973 el propio Nixon devalúa nuevamente el dólar en otro 10% y finalmente deshonra su compromiso de respaldar el dólar con oro por siempre.

Luego de esta decisión nunca más, ni Estados Unidos ni nadie, respalda su emisión monetaria, por lo que se convierte en fiduciaria, esto es solo respaldada con la fe de quien recibe el papel moneda de que le servirá para adquirir productos.

Por eso ni Estados Unidos respalda su moneda con lingotes ni mucho menos envía graciosamente sus dólares a Panamá en contenedores, ni a ningún país del mundo. La procedencia de los dólares en nuestra economía es por los pagos de los barcos que cruzan por el paso por el canal, por pagos a los productos que compran los clientes de Zona Libre, por depósitos que poseen los bancos en nuestro centro financiero, entre otras muchas fuentes.

El gobierno pues, no emite 40 millones de balboas porque no le alcanzan los dólares. Para nada. La única razón de esta emisión monetaria es que es un pingüe negocio. Esta emisión le costó al gobierno 10 millones de dólares pero pone a circular contra la voluntad de los ciudadanos 40 millones de balboas… 30 millones de ganancia ¿Qué tal?

Legalmente, siendo de uso forzoso, los ciudadanos están obligados a recibir la moneda de un balboa, tanto como los billetes de 100 dólares, que muchos comercios se negaban a recibir por el riesgo, multiplicado por cien con respecto a uno de a un dólar, si este resulta falso. Pero a la vez los bancos no pueden negarse a recibirlos, aunque pretendamos depositar una bolsa llena de balboas.

No es cierto que esta emisión crea inflación, porque es una cantidad mínima, comparado con los 27 mil millones del PIB anual de Panamá, pero sí puede crear un negocio, si alguien decide intercambiar por papel estas pesados monedas de 26 milímetros de diámetros con un centro de cobre y rodeado por un aro de níquel. Se puede crear el negocio de comprar diez balboas de metal por nueve dólares americanos, con lo que se generaría la primera devaluación del balboa en la historia. Eso se puede dar debido a la negativa ilegal de no recibir los balboas en los bancos.

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