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1 de junio de 2013

EL HOMBRE QUE AMABA A LOS PERROS



DE LEONARDO PADURA

Por: Felipe Argote



Después de una aridez en la lectura de varios meses, en donde pasaron por  mis manos clásicos de la literatura como: Conversaciones en la catedral de Mario Vargas Llosa, que acumulé con otros tres libros sobre mi mesita de noche, luego de leer no más de diez páginas que no lograron atraparme en la lectura, me encontré en la entrada de la librería: El Hombre de la Mancha, una voluminosa novela de más de 700 páginas cuyo título llamó mi atención: El Hombre que Amaba a los Perros. Tuvieron que pasar sin embargo varias semanas y leer en las noticias que el libro del cubano Leonardo Pandura era uno de los más comentados en la Feria del Libro de Argentina, para que me decidiera a iniciar la lectura del libro que terminé de leer en menos tiempo de lo presupuestado.


Iván es un escritor quien a punta de golpes morales renuncia a la escritura y se dedica a operar marranos de las cuerdas bucales para evitar el ruido de sus chirridos en plena ciudad de La Habana.  En la década del noventa del siglo pasado en Cuba la gente se dedica a criar puercos en los apartamentos para sobrevivir a la espantosa crisis económica luego de la caída del modelo económico y político estalinista en la Unión Soviética. La vida del pusilánime escritor es el hilo conductor de dos de las historias menos conocidas pero relevantes en la historia Rusia, Europa y probablemente de la humanidad.

Se trata de una  novela de profunda rigurosidad histórica con tres historias: la del destierro de Liev Davidovich Bronstein codirigente de la revolución marxista que destronó al último zar de Rusia, desde su destierro y periplo por diferentes países como refugiado, de los que era expulsado por presión de Stalin, en medio de la escalada bélica previa a la segunda guerra mundial. El exilio del líder bolchevique y gran escritor conocido por su seudónimo de Trotsky, primero a Turquía, luego a Paris, a  Noruega y finalmente al otro lado del mundo en el México de Lázaro Cárdenas, donde es acogido por el muralista Diego Rivera y su compañera, la pintora Frida Kahlo quien se convierte en amante de Trotsky. Cómo el enemigo de Stalin a pesar de la gran seguridad que lo rodeaba fue asesinado por un agente al servicio del dictador ruso.

Ramón Mercader
La segunda historia es la de Ramón Mercader, un catalán hijo de Paul Mercader, un rico industrial católico anticomunista, y Caridad del Rio, una descendiente de adinerados colonizadores españoles en Cuba que aprovecharon que esta fue la último país en lograr la independencia de España en América. Su madre, una neurótica suicida adicta a las drogas, le introduce en medio de la guerra civil española a la NKVD soviética, luego conocida como la temible KGB, responsable de duras represiones y asesinatos por orden de Stalin dentro y fuera de la Unión Soviética. Mercader es adiestrado por años para la misión de asesinar a Trotsky para lo cual se le cambia la identidad, haciéndose pasar por un belga de origen francés, aprovechando que la adinerada familia Mercader hablaban catalán, inglés, francés español y ruso. Enamorando a una no muy bien parecida asistente norteamericana de Trotsky se introduce en la residencia del exiliado en México y le clava un piolet de alpinista en la cabeza.

Una tercera historia es la de un escritor cubano, Iván Cárdenas, veterinario empírico en medio de las frustraciones de vivir en una sociedad inflexible, vertical, represiva en especial a quienes se atreven a diferir de la posición oficial. Hermano de un estudiante de medicina homosexual que por serlo es expulsado de la academia. El escritor Iván en una de sus muchas incursiones a la playa de Santa María del Mar en La Habana  se convierte en depositario único de una de las historias mejor ocultadas, la del asesino Ramón Mercader. La historia nunca antes contada se la refiere el propio Ramón Mercader a quien conoce en la playa mientras paseaba a dos fabulosos galgos rusos. El asesino se había retirado a vivir a la patria de sus abuelos. Sabiéndose afectado por una enfermedad terminal decide contar su historia a un desconocido, el escritor Iván Cárdenas.

En medio de las tres historias se devela en su cruda realidad el estalinismo, sus métodos gansteriles,
Joseph Stalin
los asesinatos masivos en Rusia y el homicidio de gran parte de la dirección del partido bolchevique, en juicios en donde los más belicosos acusadores de los condenados a muerte no eran los fiscales sino los propios acusados. Los miserables uno a uno se confesaban desde ser agentes alemanes hasta de tener planes de envenenar a gran parte de la población civil rusa luego de recibir torturas similares a los de la santa inquisición en la época medieval, en donde luego de subir al potro de la tortura, de estirarle las extremidades y sacarle los dientes, los pobres víctimas aseguraban ser agentes del demonio, brujas y cualquier otra cosa que le fuera pedido antes de ser quemados vivos. Igualmente los acusados por Stalin confesaban fechorías inimaginables a pesar de conocer que el resultado era el ahorcamiento o el fusilamiento.

Leonardo Padura
Leonardo Padura es un escritor cubano residente en España nacido en 1955 quien se ha dedicado a escribir fundamentalmente novelas policiacas. Su libro El Hombre que Amaba a los Perros es su primer trabajo de trascendencia internacional. Fue publicado en 2009 en Madrid por Tusquets editores.



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