SERIE
MUJERES EXTRAORDINARIAS
Por
Felipe Argote
Cuando
principié mis estudios de economía, a finales de la década del setenta, se había
iniciado un fenómeno muy inusual para la época. Estaban matriculándose en la Universidad
de Panamá una cantidad inusitada de mujeres. El comentario machista era que las
mujeres se matriculaban para aprovechar las novatadas, conocer algún estudiante
de años superiores y casarse con un futuro profesional. Astutas las mujeres
pensé en ese momento en mi ingenuidad de novato.
Al
terminar mi licenciatura la tesis de aquellos impertinentes estudiantes no
estaba lejos de la verdad, pero a la inversa. Efectivamente las mujeres se
estaban graduando mientras la mayor parte de los varones se habían matriculado
para disfrutar de las novatadas que en esos tiempos eran parrandas
espectaculares y al final habían desertado o se habían convertido en
estudiantes profesionales pagados por los grupos políticos afectos al régimen
militar.
No
necesité mucho tiempo para darme cuenta de que las mujeres estaban dispuestas a
ocupar su lugar en la historia universitaria. Eran los tiempos en la que hoy dirigente
sindical, Nelva Reyes, estudiaba en la Facultad de Humanidades. Era la época en
que Graciela Dixon, posteriormente presidenta de la Corte Suprema de Justicia,
con sus encendidos discursos convocaba por miles a la movilización estudiantil
contra la dictadura. Había otras excelentes lideresas que prefiero no nombrar porque
no sé si les puede causar perjuicio.
Años
después, ya ejerciendo como profesor de maestría, me percato que
consecutivamente la mayor parte de mis estudiantes son mujeres en una proporción
de seis a cuatro.
El
último censo no puede ser más elocuente. En Panamá, de quienes han obtenido un
diploma de licenciatura, el 58% son mujeres versus el 42% que son hombres. En
ciencias sociales el 94% son mujeres, en educación el 80% son mujeres y en
medicina el 68% son mujeres. En posgrado el 59% son mujeres. En maestría el
porcentaje de mujeres se eleva al 56%. Solo en doctorado los hombres superan a
las mujeres, pero por solo 857 personas.
Este
análisis no solo es pertinente en el día de la mujer. En mayo de este año tendremos
que decidir quien ocupe la presidencia de este país deteriorado por la corrupción,
la mala distribución de la riqueza y la inseguridad.
Les
presento un análisis de las opciones, tratando de no utilizar términos ofensivos,
convencido que la descalificación prejuiciosa o mal intencionada no aporta en
nada a la importante decisión que debemos tomar en las urnas.
Los
partidos políticos requieren una reingeniería, es necesario que la ciudadanía
les haga saber que no va mas aquello de la bolsa de comida por el voto, que no
puede ser mas que los diputados de los partidos se burlen en televisión de la indignación
ciudadana por la corrupción y sigan dirigiendo como presidentes y secretarios
generales los partidos políticos. Es momento de darles un hasta aquí para que
regresen a reorganizarse bajo premisas ideológicas y no clientelistas. Por eso,
igual que la mayor parte de los panameños y las panameñas, recomiendo no votar
por ningún partido político.
Entre
quienes se presentan como independientes tenemos a uno que hasta ayer era miembro
dirigente de un partido político y que desde allí a pesar de su práctica
clientelista perdió las elecciones a diputado, pero en premio le dieron una
posición en la junta directiva del Canal de Panamá. No lo recomiendo. Luego
tenemos a un joven, bien intencionado, pero con ideas muy elitistas y poca
sensibilidad social, convencido que este país se arregla solo derrotando la corrupción.
Este candidato debe a mi juicio tomar experiencia administrando algo, ocupar
una posición en el servicio público en Panamá y darse cuenta de que no todos
los servidores públicos son vagos y botellas. Es que ya hemos tenido
anteriormente presentadores de televisión ocupando cargos de ministras y ministros
que fueron literalmente tragados por el sistema y hoy suben y bajan escaleras
por su participación por acción u omisión en actos delictivos.
Luego
tenemos a una mujer con experiencia, que no le tembló la mano para procesar a
los parientes de quienes la promovieron para ocupar el cargo de procuradora. Tenemos
a una mujer que se enfrentó a las pretensiones de un presidente que se creyó Dios
y hoy está en la cárcel. Una mujer que ha sobrevivido a cinco años como
diputada rodeada de alacranes, víboras y chacales y no se dobló. A una mujer que nunca utilizó exoneraciones de
impuestos porque no cree en privilegios. Tenemos a una mujer de gran capacidad,
experiencia, seguridad y carácter para tomar decisiones, pero también con
raíces populares que le dan la sensibilidad social en un país de pésima
distribución de la riqueza.
No
creo que debamos darle el voto por ser mujer, nada de eso. Aunque sé
perfectamente que tan solo por ser mujer ha tenido que ser el doble de capaz
para ser considerada tan capaz como sus colegas, ha tenido que ser el triple de
eficiente para ser considerada tan eficiente como sus compañeros varones y
seguro debe ser diez veces más honesta. Creo que debemos darle el voto a Ana
Matilde Gómez porque es la mejor opción que tiene este país para salir del
bache en que nos han metido todos los partidos políticos que han gobernado los
últimos quince años.
A
las mujeres panameñas no les exijo, no soy quien, para hacerlo, ni siquiera les
recomiendo, solo les ruego, especialmente a aquellas que luchan contra la
discriminación a la mujer, que tomen muy en cuenta lo difícil que es llegar a
este punto y lo positivo que será tener a una mujer como Ana Matilde Gomez en
la presidencia de la República. Si para algunos hombres machistas, les cuesta
aceptar la capacidad de una mujer, para muchas mujeres que salen todos los días
a la calle a luchar para abrirse camino entre tanta discriminación, que conocen
que la demanda de la sociedad respecto de la capacidad de la mujer debe ser
demostrada con creces, a veces les puede costar un poco aceptar a quien ha
logrado subir más alto. Hoy, estimadas, nuestro país las necesita a ustedes
para ocupar el papel que le corresponde en este momento histórico. Yo lo sé porque soy economista y por tanto puedo
asegurar que nuestro país pierde el 40% de su capacidad productiva por
discriminar a las mujeres. Si no díganme ustedes porque la mayor parte de los gerentes,
políticos y empresarios no son mujeres, si las mujeres poseen mayores estudios
que los hombres como mostré al principio.
Hoy
Panamá necesita una mujer con carácter, sensibilidad social, capacidad,
experiencia y honradez comprobada. Este país la tiene. Se llama Ana Matilde
Gomez. No perdamos esta oportunidad de sacar al país de este bache temporal. No
lo hagamos porque las consecuencias la podemos ver en los países vecinos.
Hoy
tenemos la gran oportunidad de convertir este gran país de gente talentosa, de
grandes mujeres y también grandes hombres en un país desarrollado, con
educación, salud y con jubilados y jubiladas disfrutando de su aporte al
desarrollo en lugar de estar en las calles.
Eso
lo tendremos con Ana Matilde Gómez presidenta de la república.
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